Black Swan

Reviva la Segunda Guerra Mundial en Europa, de 1939 a 1945. De dos a cinco jugadores, con excelente aptitud para el solitario.
"Black Swan" es un wargame en bloque con más de 200 unidades de combate. Un turno de juego es de tres meses (una temporada) y hay varios escenarios de tres temporadas y dos campañas (1939 y 1941).

Cuando en 1939 Hitler ordenó la invasión de Polonia, pocos en Alemania -y probablemente en el resto de Europa- creían que Francia y Gran Bretaña habrían declarado la guerra.

En los meses anteriores Hitler había roto el Tratado de Versalles, por el que las duras condiciones impuestas habían humillado y matado de hambre a la población alemana durante años y habían conducido a una reunificación política del Reich alemán original: restauró Renania, anexionó Austria e invadió Checoslovaquia, con el consentimiento tácito de las demás naciones, Gran Bretaña y Francia sobre todo.

Así que su suposición de que podría haber hecho lo mismo con Polonia tenía una base lógica. En cambio, esta vez los acontecimientos fueron de otra manera.
La mayoría de los países europeos habían sido tan devastados por la Primera Guerra Mundial que pocos querían otra guerra. Ignorando los preparativos alemanes para una nueva guerra de venganza basada en las nuevas tácticas de la Blitzkrieg, Francia desarrolló un concepto anticuado de fortificaciones fronterizas estáticas -la Línea Maginot- y la Gran Bretaña de Chamberlain se centró por completo en la diplomacia en un intento de tratar de forma caballerosa con el rapaz y muy poco caballeroso régimen nazi.

Incluso después de la caída de Francia, que se rindió en pocas semanas tras un ataque relámpago a través de las Ardenas -casi la misma medida adoptada al principio de la Primera Guerra Mundial-, Gran Bretaña siguió intentando llegar a un acuerdo con Hitler.

Esto no ocurrió y Gran Bretaña se quedó sola, sin ayuda estadounidense, y al borde de la derrota, teniendo que elegir entre una paz injusta o la amenaza de una invasión. Sólo un hombre, el recién nombrado primer ministro Winston Churchill -en contra de toda lógica e incluso de sus propios compañeros políticos y de la Corona- quiso resistir, y el resultado de la Batalla de Inglaterra le dio más tarde la razón.
Sin embargo, tendrían que pasar muchos meses antes de que la Unión Soviética, primero, y los Estados Unidos, después, se unieran a la causa aliada para restablecer la paz en Europa, a costa de millones de muertos....

Como potencias del Eje hay que ganar rápidamente la guerra, ya sea mediante una estrategia mediterránea para doblegar al Imperio Británico, o un esfuerzo total para demoler al Ejército Rojo. Si una Victoria Decisiva es inalcanzable, todavía puedes ir a por una Victoria Estratégica o al menos una Victoria Económica.

Como los Aliados, debes sobrevivir al ataque inicial y prepararte para una larga guerra de desgaste antes de asestar un golpe mortal al cuerpo del Reich.
Espero que disfrutéis de Cisne Negro, y que también responda a algunas de vuestras preguntas. Espero con interés las conversaciones que seguirán a su publicación.

Introducción histórica
Esforzarse en este mundo es habitar en los planos del caos.
En ningún lugar es esto más evidente que en la guerra. La creencia en una causa, la seguridad de un plan, la seguridad de unas filas ordenadas y un cálculo minucioso, todo ello se arroja al azar del conflicto. Nada sobrevive. Todo cambia. Después, el mundo debe reconstruirse siempre a partir de la conveniencia y el fingimiento.

Desde la antigüedad, algunos han conocido esto como “El Cisne Negro” Es el acontecimiento raro e imprevisto, algo que es totalmente inesperado y presagia un cambio abrupto.

En términos marciales, el Cisne Negro simboliza el desmoronamiento de la aparente certeza, junto con el deseo del hombre de inventar nociones de oportunidad, o excusas para la derrota, cada vez que se atreve a jugar con las volátiles llamas de la ambición. La fortuna de Napoleón sucumbió a este mismo fenómeno en el momento en que su ejército se puso en marcha contra Rusia. En la época de Waterloo, el gran improvisador del éxito en el campo de batalla se había convertido realmente en el apólogo esquivo y evasivo del desastre.

Y entonces le llegó el turno a Hitler. Tumbado en la cama de un hospital al final de la Gran Guerra, cuyo transcurso de cuatro años fue la encarnación de audaces afirmaciones que se torcieron, el cabo de infantería simplemente no podía aceptar el repentino y supuestamente imprevisible colapso de su amado ejército. ¿Qué había salido mal? Ese ejército estaba en todas partes en terreno enemigo. Rusia había sucumbido y estaba ocupada, y los franceses se habían desangrado. Sólo podía tratarse de una traición, la traición de los comunistas y de las facciones cobardes del gobierno. Estos fueron sus “Hombres de 1918.” El ejército alemán no había sido derrotado. Los soldados simplemente habían sido apuñalados por la espalda. Y una noche de principios de 1933, mientras estaba en el podio del abarrotado Sportpalast de Berlín, esa es la historia que contó. La seguiría contando doce años después.

Pero el cisne no respeta ninguna causa ni propósito. Sean cuales sean las cosas, y se conviertan en lo que se conviertan, la verdad constante es, como dijo Yeats Las cosas se desmoronan, el centro no puede sostenerse, la mera anarquía se desata sobre el mundo. Lo que se gane o se pierda no tiene que ver simplemente con tener un buen plan o uno malo, sino con lo que sucede cuando todos los planes se hunden inevitablemente. Aunque no se pueda predecir lo imprevisible, al menos hay que prepararse para ello lo mejor posible. Los hombres hacen planes para dar orden al caos. Quien lo haga mejor saldrá victorioso.